Los (algunos) Ficus de Málaga, la situación está ahí.
A pesar de la dificultades de legibilidad que puedan presentar determinados paisajes urbanos, el árbol se ha convertido en una eficaz herramienta para dotarlos de coherencia. Precisamente desde la compleja articulación de estos paisajes, el árbol está presente tanto en la lectura del espacio de lo cotidiano como en la representación deliberada de las fuerzas fácticas que lo crean.
En GCMP creemos que realmente es así, sobre todo a raíz de nuestra experiencia en planeamiento. El diseño-ordenación del espacio urbano está impregnado de multiplicidad de apriorismos -como todas las actividades humanas-, pero pocas presentan una construcción cultural tan complicada y machacante, una construcción marcada por la incrustación aviesa de ideologías cuestionables.
Bajando el tono,…, y quitando peso. Desde un punto de vista icónico es fácil acordarse de los carballos (o carballeiras) de Santiago, de las camelias de Pontevedra, de los cipreses del Albaicín, de los naranjos de Córdoba,…, de los jazmines del Pedregalejo-El Palo en Málaga y, en esa misma ciudad, de sus Ficus.
Para cualquier foráneo los Ficus malagueños no pasan desapercibidos, todo lo contrario, más si cabe si tu procedencia se aleja del litoral del mar de Alborán. Los Ficus, en diferentes especies (principalmente F. microcarpa y F. macrophylla), se localizan en importantes espacios de representación de la ciudad, adquiriendo una marcada singularidad visual frente a otras especies implantadas en alineaciones y parques. Ayuda su porte ejemplar, la forma esférico-elipsoidal de la copa, pero también la espectacularidad del aparato de raíces que refuerzan el soporte de parte aérea.
Como en muchas ciudades litorales, la Alameda Principal de Málaga surge de la superación del cinturón de murallas hacia el mar, en la sucesión de operaciones de relleno y trazado que se producen en cada modificación de la línea de costa. La Alameda Principal concebida en el XVIII se consolida hacia oriente en la formación del Paseo del Parque (s XIX), si bien en dirección opuesta habrá que esperar a la década de los 80 del siglo pasado para materializar el desarrollo urbanístico de la ‘Prolongación de la Alameda’ contemplado en el ‘Polígono Alameda’. Era el polígono del nuevo ‘CBD’, un área especializada en actividades de ‘centralidad’, y que en su extremo de poniente reservaba el conjunto de ‘zona verde’ anexas al enlace de las avenidas de Andalucía y de las Américas. En este conjunto aparece el parque Pablo Ruíz Picasso, un parque muy visible y de gran frondosidad, pero de acceso poco apetecible desde su confinamiento viario y desde la soledad que condiciona la actividad de los edificios próximos.
La Alameda es el referente del laurel de Indías, sus alineaciones de finales del XIX componen hoy una gigantesca nave abovedada, desplazando a otras especies (plátanos o palmeras). El Parque Pablo Ruiz Picasso lo es de la higuera australiana, sobre todo si nos ceñimos a agrupaciones.
Este tipo de reflexiones nos surgían en trayecto de la Alameda al parque (apenas 1 km). En este breve paseo es posible percatarse de ciertas particularidades del desarrollo malagueño; el cruce del Guadalmedina en ese punto también ayuda. La cualidad de los espacios de representación, el valor de la permanencia y –sobre todo- la propia imagen urbana.
Con la cabeza así es difícil caminar. Pero por las razones que sean, el punto final guardaba la situación. El encuentro con el grupo de Ficus del Parque Pablo Ruiz Picasso nos ha aportado dimensión que va más allá de la deliberada construcción cultural, y es su condición viva, su autonomía vital. Otra vez con el tiempo a vueltas y con la sensación de caducidad revoloteando. En ese momento teníamos calor y nos acordamos de que queríamos beber algo.
Málaga, septiembre de 2.013
Un comentario en “Sketchscapes (#3): Ficus”
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